lunes, 13 de febrero de 2012

A ti, que esta mañana te perdí


“Los del almacén gritan: ¿Qué habéis hecho con las municiones? Le respondo que han sido gastadas en combate”. Justo al llegar a esa frase se abre la puerta. Hemos llegado a la estación de Ópera. Suena el silbato; se cierran las puertas; levanto la mirada y me cruzo con unos ojos azules, intensos, penetrantes, desvergonzados. Los cubren unas largas pestañas y, sobre ellas, en los párpados, un maquillaje ahumado, color violeta.  Justo encima, unas cejas finas muy trabajadas. Pelo largo, castaño, liso, muy cuidado. Mira su reflejo en el cristal de la puerta del metro, pone morritos y se coloca el flequillo. Lleva las uñas cuidadas y ha elegido un color morado tirando a burdeos. Alrededor del cuello lleva un pañuelo malva anudado. Sobre ella una trenca color ceniza que se extiende hasta las rodillas, abrochada con un cinturón a juego con el tejido de la prenda. Bajo el abrigo, unos vaqueros oscuros y unas botas altas marrones. Colgado en su hombro derecho, un bolso enorme de casi el tamaño de una maleta; con dos cremalleras, una de ellas abierta, y en su interior papeles, una manzana roja y un iPod. Me acerco, le toco el brazo y le aviso de que lleva un bolsillo abierto. Me sonríe agradecida. Vuelvo a mi libro y percibo por el rabillo del ojo que me observa desde la puerta. Llevo puestos los auriculares, apenas oigo lo que pasa a mi alrededor. Bajo la música y escucho el anuncio de mi parada: Quevedo. Me dirijo hacia la puerta y veo su semblante de decepción mientras me bajo del tren. Subo el volumen y salgo a la calle. Hace frío y Juan Ramón Lucas da la hora. Son las nueve. Ya llego tarde.

4 comentarios:

  1. Si la veo, le pido el número y te lo doy. Que yo creo que voy a saber quien es. ¡Gran descripción!

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  2. Tenía cara de llamarse Julia, pero nunca lo sabremos.

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  3. Contris, parece que sois lo dos unos pivones. No hay nada como describir a las personas con tanta buena literatura. Todo queda "guapo".

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  4. Sabes perfectamente que me encanta este blog. Ahora, también sé perfectamente que lo dejarás...

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